La Ley de Murphy

La Ley de Murphy
Eloy M. Cebrián

sábado, 5 de mayo de 2018

Obediencia


Una de las películas más perturbadoras que he visto es la cinta independiente Compliance (2012), del director norteamericano Craig Zobel. La trama se cuenta prácticamente en tiempo real, sin elipsis ni juegos de montaje, y tiene lugar en un restaurante de comida rápida de una ciudad pequeña. La encargada recibe la llamada de alguien que afirma ser oficial de policía. Una cliente ha presentado una denuncia por un robo ocurrido durante su estancia en el establecimiento. Todas las circunstancias apuntan a una joven empleada como culpable, pero el policía afirma no poder acudir de momento para esclarecer las responsabilidades, por lo que pide la colaboración de la encargada. Ella se muestra conforme y comienza a obedecer todas las instrucciones que recibe del desconocido, presunto policía, a través de la línea telefónica. La primera es que registre el bolso y la taquilla de la empleada en busca de los objetos robados. A continuación, debe obligarla a desnudarse para comprobar que no los lleva consigo. Lo que sigue es una serie de vejaciones, a cuál más absurda y humillante, que la encargada lleva a efecto sin pensárselo dos veces, y la empleada encaja con absoluta docilidad. Finalmente, sabemos que el policía no era tal, sino un impostor que satisfacía su deseo hallando víctimas que obedecieran sus órdenes. «Sonaba tan convincente, tan seguro de sí mismo», declara la encargada a las auténticas autoridades. Las vidas de varias personas, ciudadanos obedientes y respetuosos de la ley, han quedado destrozadas cuando la «broma» concluye. Lo más sorprendente es que la película se basa en una serie de incidentes reales ocurridos en la población norteamericana de Mount Washington (Kentucky). Una alegoría escalofriante, sin duda, de cómo los ciudadanos nos sometemos al poder establecido, por arbitrario e injusto que sea. Someterse siempre resulta más sencillo que rebelarse. Las conciencias se acallan cuando pensamos que alguien está al mando. Preferimos cerrar los ojos y obedecer.

Publicado en La Tribuna de Albacete el 20/4/2018

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