La Ley de Murphy

La Ley de Murphy
Eloy M. Cebrián

sábado, 5 de mayo de 2018

Músicos


Aparte de las navajas y de los poetas del haiku, esta ciudad posee otros rasgos de identidad que conviene recordar de vez en cuando. Uno de ellos es la calidad de los músicos y bandas que han brotado en este erial azotado por los elementos. El periodista musical Juan Ángel Fernández se encargó de refrescarnos la memoria con su crónica El tesoro de Lodares, 30 años de pop albaceteño. El libro se publicó a principios de los 90, y narra la evolución de la música popular desde las orquestas de baile de los 50 hasta la eclosión de bandas roqueras con proyección nacional de «la movida» y la «postmovida». Las biografías de los músicos (incluso las de los músicos de provincias) suelen tener un componente romántico y novelesco que nos fascina, y Fernández dio en el clavo al contarlas con brío y abundancia de detalles. De ese modo supimos de la aventura de los fabulosos Trasgos, el grupo de Juan Rosa el Rana y de Adrián Navarro, que se codearon con lo mejorcito del pop nacional del momento, aunque perdieron su pasaporte a la fama por culpa de la mili y de la incomprensión familiar. Aun así, siguen siendo el referente más prestigioso de bandas que surgieron décadas más tarde, y que sí lograron dar el salto que los catapultó a la vanguardia del rock nacional. Ayer, precisamente, estuve charlando un rato con Adrián Navarro, que ya se ha jubilado como gerente del negocio familiar, pero mantiene intacta su pasión por el rock and roll y las guitarras. Se lamentaba Adrián de que en esta ciudad no quedan apenas locales para tocar en directo, y no le falta razón. Es cierto que una guitarra distorsionada hace mucho más ruido que un poeta recitando sus obras, pero ambos hablan de cosas igualmente importantes. Quizás el Ayuntamiento debería tomar nota.

Publicado en La Tribuna de Albacete el 23/2/2018

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