La Ley de Murphy

La Ley de Murphy
Eloy M. Cebrián

lunes, 30 de mayo de 2016

Los bárbaros


Estos días de graduaciones siempre me ponen de un humor melancólico. Me alegro por los chavales, claro. A fin de cuentas, al aprobar segundo de bachillerato obtienen el salvoconducto hacia los estudios superiores, y de paso dejan atrás a sus profesores del instituto, esos tipos que hemos poblado sus pesadillas durante los últimos seis años. Creo que son motivos de sobra para la celebrarlo y regocijarse con ellos. Aunque resulta difícil contener alguna lagrimilla al pensar en los que se van para no volver. Suena cursi, pero me reafirmo en la idea, porque los alumnos que uno desearía ver partir con toda su alma son precisamente los que se quedan, los que volveremos a ver calentando los bancos el curso que viene. Las despedidas son tristes por definición, pero todavía es más triste pensar en ello con la perspectiva de los años (treinta ya) que uno lleva en la enseñanza. Los veo a ellos como un ejército inagotable cuyas filas se renuevan cada año con jóvenes  y vigorosos reclutas. A nosotros, sus profesores, nos veo atrincherados e inmóviles, tratando de contener sus embates como Leónidas y sus espartanos (aunque mucho menos cachas y peor armados). Y recuerdo cierto poema que Kavafis escribió precisamente en honor de los defensores de las Termópilas. Dudo que al escribirlo estuviera pensando en los profesores de secundaria, y mucho menos en los de aquí, pero me lo voy a apropiar, pues un poco de épica siempre le da color a la vida. El poema elogia a quienes resisten con valor, aun a sabiendas de que la final serán aplastados por los bárbaros. La diferencia es que los bárbaros que hoy nos dejan atrás seguramente ya no lo sean. Y puede que algún mérito tengamos sus profesores en ello.

Publicado en La Tribuna de Albacete el 27/5/2016

sábado, 21 de mayo de 2016

Otra vez Bruce


A estas alturas Bruce Springsteen ya ha cumplido con sus citas de Barcelona y de San Sebastián, y se dispone a decir hasta luego en el Santiago Bernabéu, donde actúa mañana. Sumando los tres conciertos, es más que probable que el Boss pase más de diez horas dando saltos sobre los escenarios españoles. De hecho, el lunes corría un chiste por internet según el cual, al cabo de dos días, Springsteen y su banda seguían tocando en el Camp Nou, de donde no había manera de sacarlos. Cumplidos ya los 67, el bueno de Bruce sigue tan campante como si todavía  anduviera ganándose las lentejas por los garitos de su Nueva Jersey natal, incombustible, infatigable y mucho más cachas que cuando era joven. No sabemos cómo lo hace, aunque podemos imaginar que será producto de muchas horas de gimnasio y del buen trabajo de varios entrenadores personales. O quizás esa eterna lozanía constituya su recompensa por ser tan buen músico y tan buen tipo (a diferencia de lo que le ocurre al malote de Keith Richards, que tiene todo el aspecto de figurante en The Walking Dead). Yo asistí a uno de sus conciertos de hace siete años. Aunque desde entonces ha regresado con asiduidad (uno llega a preguntarse si alguna vez se ha ido), no he vuelto a verlo en directo. Pero los telediarios nos lo muestran exactamente igual que entonces, lo que considero toda una inspiración. A algunos la vida los pisotea conforme les pasa por encima, a otros los transporta con la levedad de las olas arrastrando una tabla de surf. Esto puede parecer injusto, pero a Springsteen se lo vamos a perdonar. Siempre tenemos a Paul McCartney, con sus cirugías y su aspecto de venerable abuelita inglesa, para poner las cosas en su sitio.

Publicado en La Tribuna de Albacete el 20/5/2016

viernes, 13 de mayo de 2016

Plátanos y pepinos


En China se ha aprobado una ley por la que se prohíbe comer plátanos ante una cámara, lo cual forma parte de la amplia legislación china que proscribe la exhibición pública de actos violentos o de contenido sexual. En cuanto a la violencia, cabe suponer que el gobierno chino pretende apropiarse de dicho recurso en exclusiva, ya que las ejecuciones en este país pulverizan las cifras de cualquier otro estado. Lo de los plátanos es más sutil y sujeto a interpretaciones. Por lo que llevamos visto en internet, los orientales tienen un concepto de la sexualidad distinto del que impera en occidente. La pornografía japonesa, por ejemplo, parece ideada para personas con serias taras mentales. En horario nocturno abundan los concursos en los que se obliga a los participantes a cometer incesto delante de las cámaras. Con todo y con ello, sobre la cultura japonesa pesa un fuerte tabú referido a la exhibición de vello púbico y órganos sexuales, por lo que todos esos actos aberrantes se muestran con las partes prohibidas cuidadosamente pixeladas. Lo de los chinos, por proximidad y afinidad cultural, podría ser algo parecido. Quizás en China la visión de un plátano en contacto con unos labios los ponga a todos como motos, y un ciudadano nervioso e hiperestimulado resulta siempre más difícil de controlar y reprimir. La duda que nos asalta es si lo mismo les ocurre a la vista de hortalizas de forma alargada, como el pepino, el calabacín y la zanahoria. ¿Qué ocurriría si una muchacha se paseara por la plaza de Tiananmén saboreando un pepino bien gordo? ¿Sería ese el comienzo de una nueva revuelta como la del año 89? ¿Pasaría este hecho a la historia como «la Revuelta Pepino»? ¿Aparecería el histórico pepino pixelado en los reportajes de la CNN? Quién sabe.

Publicado en La Tribuna de Albacete el 13/5/2016

viernes, 6 de mayo de 2016

Quiero ser monja


De los varios realities que hay en antena sigo con especial fervor el titulado Quiero ser monja, que se emite en Cuatro los domingos por la noche. Las protagonistas del show son cinco chicas que han sentido la llamada de la vida religiosa (o «consagrada», como ellas dicen) y prueban sus deleites y servidumbres integrándose en distintas congregaciones. Las piadosas jóvenes son muy distintas entre sí. Dos de ellas, las más modositas, tienen todo el aspecto de hijas de una familia del Opus. Otra, la más gamberra y díscola, tiene catorce o quince hermanos, por lo que no es difícil adivinar que procede de las vigorosas filas de los «Kikos», tan dados ellos a crecer y multiplicarse. La cuarta es una atractiva joven latina que se presentó en el primer convento acompañada de su novio y se dio un filete con él en la misma puerta. A la quinta no sé muy bien cómo calificarla, pero tiene pinta de haber extraviado algunos tornillos por el camino. Siento curiosidad acerca de la opinión de los obispos sobre este novedoso formato, aunque cabe suponer que haya contado con su aprobación, pues de otro modo dudo que las cámaras hubieran podido adentrarse en los herméticos claustros conventuales. Hasta puede que algún miembro de la jerarquía con talento para el márketing haya pensado que este es un buen modo de incentivar las vocaciones. Se me ocurre, sin embargo, que la emoción aumentaría si se ofreciera un premio a la que llegara hasta el final del proceso, premio que no podría ser otro que la salvación eterna garantizada mediante bula papal. Finalmente, confesaré que el programa me produce una oscura fascinación, aunque solo sea porque tiene toda la pinta de que en cualquier momento puede degenerar y convertirse en una película porno.

Publicado en La Tribuna de Albacete el 6/5/2016