La Ley de Murphy

La Ley de Murphy
Eloy M. Cebrián

viernes, 25 de julio de 2014

Ciclistas de acera


Los aficionados a la bici son gente de cuidado, y esto por dos motivos. En primer lugar, porque algunos de ellos (una exigua minoría, sin dudad) se sirven de sus vehículos de dos ruedas, no como medio de transporte, sino como armas para sembrar el caos en la vía pública. El segundo motivo es su susceptibilidad. Jamás he sabido de un colectivo tan diverso que, sin embargo, responda a las críticas con una contundencia más unánime. Es como si alguien se quejara públicamente de quienes no recogen los excrementos de sus perros y todos los dueños de perros se sintieran ofendidos. Con todo, y puesto que los problemas que causan los ciclistas desaprensivos (que no «los desaprensivos ciclistas») no remiten, voy a volver a denunciar desde aquí el comportamiento de esos sujetos que se saltan los semáforos, que circulan en sentido contrario y que invaden las aceras sin el menor miramiento por la seguridad de los peatones. El momento es oportuno, porque el ayuntamiento acaba de hacer público el proyecto de una pasarela que serviría para conectar el carril-bici urbano con el de Valdeganga, con un presupuesto de 1.228.810 euros, nada menos. De acuerdo que tan mastodóntica obra se piensa financiar en un 80% con fondos de la UE, pero no acabo de ver la urgencia de semejante infraestructura. Creo que para favorecer a los ciclistas lo más adecuado sería arreglar las aceras de la ciudad, toda vez que algunos miembros de este colectivo (una exigua minoría, sin duda) se sirven de ellas con preferencia a la calzada. También se les podría dar a las aceras una capa de pintura verde para hacer oficial lo que ya es una realidad en la práctica. Con el dinero que sobrara quizás se podría equipar a los agentes de la policía local con gafas graduadas para que persigan y sancionen conductas que al parecer les pasan completamente desapercibidas.

Publicado en La Tribuna de Albacete el 25/7/2014 

sábado, 19 de julio de 2014

Corea y la felicidad


Al final ha resultado todo un bulo urdido por algún graciosete de internet, pero la mayoría nos lo hemos tragado sin problemas. Según se nos ha contado, la televisión de Corea del Norte le ha endosado a la población que su selección se había clasificado para el mundial de fútbol, que había derrotado por goleada a EE UU, China y Japón y que iba a jugar la final contra Portugal. El desenlace de todo esto provoca algo de sofoco. No solo nos hemos tragado sin rechistar una noticia falsa, sino que nos hemos dejado manipular por los medios de comunicación como pobres norcoreanos, es decir, como pobres idiotas. Con todo, una vez superado el sentimiento de ridículo, quizás la idea no sea tan mala. ¿Recuerdan un verano con un comienzo más catastrófico que este? ¿Han percibido alguna vez un sentimiento de desdicha, desengaño y rencor parecido al que hemos vivido por culpa del calamitoso papel de nuestra selección? Por no mencionar el perjuicio para la hostelería, los miles de litros de cerveza, de tapas y de gin-tonics que han dejado de venderse, el número de televisores gigantescos comprados para nada, las expectativas de todo un sector estratégico al garete. ¿No habría sido preferible dejarnos engañar y ser felices en nuestra ignorancia, igual que supuestamente les ocurría a los norcoreanos? Incluso se me ocurre que podría existir una cadena de televisión dedicada exclusivamente a contarles cuentos de hadas a aquellos que no quieren amargarse la vida con la dura realidad: que la crisis remonta, que el paro mejora y que este país se recupera gracias a las rigurosas pero necesarias decisiones del gobierno. Decididamente creo que necesitamos un canal como ese. Aunque, ahora que me caigo, ya lo tenemos. Se llama Radiotelevisión Española. 

Publicado en La Tribuna de Albacete el 18/7/2014

domingo, 13 de julio de 2014

La realidad


Estoy de vacaciones y a punto de marcharme al pueblo. Esto, que para otros sería un motivo de júbilo, a mí me inquieta, porque tengo la sensación de que la realidad no estará aquí cuando regrese. Las señales de alarma se acumulan. Primero fueron los resultados de las elecciones europeas. ¿Qué democracia es esta en la que un mindundi con coleta se puede convertir en un político influyente de la noche a la mañana? Así a las bravas, sin todo el aparato de un partido detrás, sin más aval que el que dan las urnas. Luego vino lo de la abdicación de Juan Carlos. Todo un rey saliendo por la puerta de atrás, y no uno cualquiera, sino un rey al que poco le faltó para ser canonizado. Transcurre apenas una semana y asistimos a una extraña ceremonia de coronación por las calles fantasmales de un Madrid vacío. Y ahora tenemos dos reyes y dos reinas: el emérito y aforado a toda prisa, el que tiene pinta de querer estar en cualquier otro sitio, la que dicen que se quiere divorciar y la periodista televisiva entronizada. No puedo ni imaginarme el partido que le habría sacado la prensa sensacionalista británica a semejante panorama. Por no mencionar a la infanta imputada y al duque empalmado, y a los fiscales que entienden su trabajo al revés. En fin, que muchas cosas que dábamos por sentadas, como el bipartidismo y la institución monárquica, parecen a punto de desintegrarse, y tengo miedo de que el efecto dominó arrastre a todo lo demás. Quizás cuando regrese del pueblo, después de mis vacaciones, España ya no sea España, sino un país de opereta salido de una película de los Hermanos Marx, un país de políticos con coleta y reinas televisivas. Mi única esperanza es Froilán. Ese sí que es un Borbón de pura cepa: Grande de España pero incapaz de aprobar segundo de la ESO.

Publicado en La Tribuna de Albacete el 11/7/2014

lunes, 7 de julio de 2014

Barbies y madelmanes


Hay una chica ucraniana que ha transformado su cuerpo mediante cirugía hasta ser un calco de la muñeca Barbie. Los psicólogos se quejan de que las muñecas les imprimen a las niñas roles de género. En casos extremos pueden incluso desatar patologías mentales. De lo que rara vez se habla es de los muñecos para niños. El primero que yo recuerdo es el Madelman, un tipo canijo y poco agraciado. A pesar del traje de astronauta o de policía montada del Canadá, quizás los Madelman aspiraban a parecerse al español medio de entonces. El primer muñeco para niños en apuntarse a un gimnasio y tomar esteroides fue el Big Jim. Se trataba de un tipo fuertote con cara de actor de telefilm, y si le apretabas la espalda atizaba golpes de kárate. Que yo recuerde, el Big Jim no tenía vestuario. Venía en su caja casi en cueros, con unos escuetos pantaloncitos y todos los músculos al aire. Ahora me sorprende que un juguete así pasara la censura del Régimen. Aunque el caso del Geyperman era mucho más escandaloso. Era también un tipo cachas, pero además lo fabricaban con pelo y con barba. Un machote en toda la extensión del término. En cuanto a la oferta de vestuario, los había incluso vestidos de oficiales alemanes de la 2ª Guerra Mundial. Cuando trato de evocar mi colección de Geyperman, lo que me viene a la cabeza es una imagen del grupo Village People. Pero todo eso está en la mente de un adulto. Los niños, como criaturas perfectamente amorales que son, no se dejan contaminar por la carga ideológica de los muñecos. Un juguete es un juguete. Hacerse adulto es una forma de perversión, pero para eso está la vida.

Publicado en La Tribuna de Albacete el 4/7/2014