La Ley de Murphy

La Ley de Murphy
Eloy M. Cebrián

viernes, 8 de agosto de 2014

Adopta un tío


Supongo que habrán visto el pintoresco anuncio de la web Adoptauntio.es. Viene a ser como si una empresa de venta de esclavos hubiera abierto una sucursal en internet. A las compradoras se les ofrecen tipos barbudos, tatuados, bigotudos y pelirrojos. De hecho, cada semana se pueden encontrar ofertas especiales que se anuncian como las rebajas de El Corte Inglés («liquidación total de barbudos», «semana internacional del bigote»). La web tiene el mismo aspecto que cualquier tienda on-line. Cuenta con sus secciones y su carrito de la compra y, para que no quede ningún género de dudas, denomina «productos» a los individuos que se ofrecen a la mejor postora. Sin embargo, un vistazo más cuidadoso nos saca de dudas. El portal no es más que otra web de citas por internet que ha decidido recurrir al humor para llamar la atención de los potenciales clientes. Me parto de la risa. Entiéndanme. Me tengo por una persona con sentido del humor. Es más, creo que el humor es la única forma inteligente de tolerar el mundo, y la risa me parece la más saludable de las reacciones humanas (siempre y cuando no te rías de quien no debes, claro). Lo que me sorprende es que en esta época de moralismos y corrección política, de observatorios de esto y de aquello, de pazguatos que se la cogen con papel de fumar, nadie haya puesto el grito en el cielo ante una campaña publicitaria que trata a las personas (a los hombres, en este caso) como mercancía. Imaginen el caso contrario, es decir, que la web se denominara Adoptaunatia.es. Imaginen que los productos que se ofertaran fueran señoras rubias o gorditas o maduritas o tetudas. Imaginen a todos los observatorios de la mujer y a todas las organizaciones y plataformas por la igualdad de «género» lanzando anatemas y exigiendo la cabeza de los responsables de la web. Imaginen las declaraciones de condena que aparecerían en todos los medios. Imaginen un país que se las da de moderno pero donde el respeto y la igualdad solo funcionan en una dirección.

Publicado en La Tribuna de Albacete el 8/8/2014

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