La Ley de Murphy

La Ley de Murphy
Eloy M. Cebrián

jueves, 18 de abril de 2019

Gafas


He empezado el año cambiando de gafas, lo que puede parecer algo trivial, pero solo lo es en apariencia. Quienes disfrutan de una vista perfecta pueden vanagloriarse de ver el mundo tal como es. Los que tenemos que usar lentes, en cambio, debemos someternos a revisiones cuando empezamos a ver la realidad de un modo borroso o distorsionado. Quiero pensar que con unas gafas nuevas mis ojos me ofrecerán una imagen más cabal de lo que me rodea, porque la alternativa se me figura escalofriante. La emergencia de un partido como VOX, por ejemplo, tiene que ser un problema de que mi vista estuviera mal graduada, porque no puedo concebir que tantos conciudadanos hayan respaldado con su voto un proyecto político tan despreciable, tan ajeno a la convivencia y a la misma decencia, tan nocivo para unas libertades y derechos cosechados a fuerza de diálogo y de sacrificio. Goya decía que “el sueño de la razón produce monstruos”, pero me cuesta trabajo aceptar que estemos viviendo un proceso generalizado de anestesia del sentido común. Aunque a veces resulte difícil, uno trata de ser bien pensado. Creo firmemente que la inmensa mayoría de mis conciudadanos son personas sensatas y honradas que desean lo mejor para sus familias y para la gran familia que todos formamos. VOX pretende eliminar las autonomías, la sanidad universal y gratuita, los derechos del colectivo LGTB, la libertad religiosa, las leyes que protegen a las mujeres de la violencia machista… Pero los problemas de la democracia no se solucionan destruyendo libertades y sancionando el uso de la fuerza como forma de respuesta legítima. La democracia solo se regenera con más democracia, con más convivencia. Y cuando uno comienza a dar de comer a las alimañas, corre el riesgo de morir devorado por ellas. Mañana recojo mis gafas nuevas. Ojalá todos nos animáramos a graduarnos la vista.
Publicado en La Tribuna de Albacete el 5/1/2019

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