La Ley de Murphy

La Ley de Murphy
Eloy M. Cebrián

jueves, 18 de abril de 2019

Ofendidos


Gabriel Rufián ha mencionado Albacete y se ha armado la gorda en Albacete, e incluso en Toledo. Fue a propósito de la ratificación de la sentencia de esos energúmenos que apalearon a dos guardias civiles. “Todo el mundo sabe que si esos siete chavales, en lugar de ser de Alsasua, fueran de Albacete, no estarían en la cárcel”, dijo. Y faltó tiempo para que el alcalde de Albacete y el presidente García-Page montaran en cólera (Page incluso declaró sentirse humillado). Entiendo que cada cual tiene derecho a ofenderse con lo que quiera. De hecho, hoy en día el sentirse ofendido es la seña de identidad de numerosos colectivos e individuos. Pero de los políticos se espera más cintura y menos gestos cosméticos. Puestos a sentirnos ofendidos, deberíamos ofendernos en primer lugar con Cervantes, que escribió aquello de “En lugar de La Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme”. No es a Cervantes le fallara la memoria, es sencillamente que no quería acordarse de una tierra que seguramente le traía malos recuerdos. Imaginemos lo que el cosmopolita Cervantes debía de sentir al verse obligado a arrastrase entre un poblacho manchego y otro. La famosa cita de Cervantes sobre el “lugar de La Mancha” es humorística, como el resto del Quijote, y viene a significar “En un sitio cualquiera del culo del mundo”. Hace unos años visité algunos colegios de la zona metropolitana de Barcelona. Cuando les dije a los chicos que era de Albacete, me miraron con la misma cara que si les hubiera dicho que venía de Marte. “Entre Madrid y Valencia”, les aclaré. Pero dio lo mismo. Para aquellos alumnos de bachillerato catalanes, entre Madrid y Valencia no había nada. Si atendemos a la peculiar distribución demográfica de este país, lo triste es que seguramente tenían razón. Casi deberíamos darle las gracias a Rufián por acordarse de que Albacete existe.

Publicado en La Tribuna de Albacete el 29/3/2019

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