La Ley de Murphy

La Ley de Murphy
Eloy M. Cebrián

lunes, 29 de agosto de 2016

Compras por internet


Soy hombre de pocos vicios. Ahora bien, los que conservo los tengo muy arraigados. Desde la infancia, por ejemplo, me gusta comprar baratijas por correo. Entonces encargaba artículos del catálogo de La Casa Honor, a cual más decepcionante. Ahora me abastezco de eBay y de Amazon. Mi última adquisición es lo que se conoce como una «guitarra de bolsillo», aunque yo la llamaría más bien una «guitarra para tontos». Al verla en internet me pareció una gran idea. Se trata de un artilugio alargado y negro con aspecto del mando a distancia. Sin embargo, al abrirlo emerge el mástil de una guitarra. Un mástil aserrado, para ser más exactos, porque consta únicamente de seis trastes en lugar de los veinte habituales, pero con eso basta para tocar la gran mayoría de acordes. Lo que no comprendí es que no era un instrumento propiamente dicho. Es decir, tiene cuerdas y demás, pero no suena. Únicamente sirve para practicar las posiciones de los dedos de la mano izquierda. Por lo demás, es un trasto perfectamente inútil. El artefacto yace ahora sobre mi mesa. Tampoco es que ocupe mucho sitio (ni que me haya salido muy caro) pero su inutilidad es tan clamorosa que su mera presencia basta para hacer que me sienta un tonto de solemnidad. Aunque puede que acabe tomándole gusto a esto de comprar idioteces. De hecho, llevo un par de días ojeando los distintos modelos de bolas de cristal que se venden en eBay. Las hay desde seis dólares, con gastos de envío incluidos. Un precio lo bastante módico como para permitirme el capricho, aunque sepa de antemano que no va a funcionar. Ahora bien, si en el próximo artículo soy capaz de pronosticar si tendremos o no elecciones en diciembre, ya saben que por fin habré encontrado un chollo de los buenos.

Publicado en La Tribuna de Albacete el 26/8/2016

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