La Ley de Murphy

La Ley de Murphy
Eloy M. Cebrián

viernes, 6 de marzo de 2015

Cuernos


Ojalá pudiera obviar el Congreso de Tauromaquia que se perpetró en nuestra ciudad el fin de semana pasado, asunto que me parece desagradable en extremo. Pero me indigna que nuestro gobierno regional se erija en defensor de un espectáculo cuya moralidad muchos habitantes de esta región ponemos en tela de juicio. Las coartadas son las de siempre. Se dice que las corridas de toros son una manifestación cultural, aunque uno tiende a pensar que el término «cultura» se emplea aquí más bien en su sentido antropológico, lo que convertiría también en manifestaciones culturales las luchas de gladiadores y los autos de fe del Siglo de Oro, espectáculos ambos muy populares en su momento. Se insiste en que la tauromaquia ha inspirado a artistas de renombre, lo cual es muy cierto, del mismo modo que los desastres de la guerra inspiraron a Goya y los campos de concentración nazis a Primo Levi, y ni los unos ni los otros adquieren legitimidad por ello. En fin, para qué seguir repitiendo tópicos y sandeces. Lo que cuenta es que somos muchos (pienso que la mayoría) los que opinamos que la «fiesta» no es más que un símbolo de la España más borde y castiza. Y que resulta difícil sentirse representado por esta presidenta de teja y mantilla que nos ha dejado en ridículo al ensalzar este espectáculo que nada tiene de artístico, porque el arte es sensibilidad y amor por lo bello, y no existe belleza en la crueldad, la tortura y la muerte. Y para más escarnio lo ha hecho con dinero del contribuyente. Puestos a elegir entre capitalidades indeseables, casi me quedo con la patochada aquella de Albacete como capital internacional del circo. Al menos en el circo no matan a los payasos al final de la función.

Publicado en La Tribuna de Albacete el 6/3/2015

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