En estos
mismos momentos deambula por Benidorm un individuo que es clavado a mí. Lo sé
de buena tinta. Incluso tengo pruebas. Mi amiga se fue a pasar unos días allí
con su familia y se lo encontró en el comedor del hotel. Me dijo que el
parecido era tan asombroso que durante unos instantes pensó que yo me había
desplazado allí sin avisar para darle una sorpresa. Luego recapacitó y se dio
cuenta de que nada hay más ajeno a mi naturaleza que ir a Benidorm, sea cual
sea el motivo. No podía ser yo. Y, sin embargo, allí estaba, un tipo de mi
estatura y mi corpulencia, con sus gafas de pasta y su barba y su aire de
despiste, vestido exactamente del mismo modo que yo suelo hacerlo (es decir,
como un Adán), y comiendo a dos carrillos. Era mi hermano gemelo.
Tras
reponerse de la sorpresa, mi amiga empezó a acechar a mi doble. Les pidió a sus
hijas que posaran para una foto justo delante de él para poder enviármela y que
comprobara el fenómeno con mis propios ojos. Después logró robarle un par de
imágenes más. Cuando abrí las fotografías en mi móvil, no podía salir de mi
asombro. Pensé que era una broma hábilmente urdida. Luego me di cuenta de que
no había trampa. Le mostré las fotos a mi hijo y me preguntó qué tenían de particular.
«Pues que no soy yo», respondí. «¡Anda ya!»
El último
día de su estancia, incapaz de contener más tiempo su curiosidad, la madre de
mi amiga se acercó a mi doble y, tras presentarse, le reveló por qué durante
unos días había sufrido el espionaje de una familia de Albacete. El hombre
resultó ser muy majo y se lo tomó con buen humor. Luego posó junto a toda la
familia para una última foto. ¿Pero es este el fin de la historia?
Hay una
vieja leyenda según la cual todos tenemos una réplica exacta en alguna parte.
Esta copia o clon se conoce con el término alemán de doppelgänger, y su fantasmagórica existencia ha sido tema de
inspiración de muchos escritores de fantasía, desde Edgar Allan Poe a Cortázar.
Saramago le dedicó una novela completa titulada El hombre duplicado. Pero una cosa son las novelas y otra la vida
real, y no me resulta nada reconfortante comprobar que a veces lo fantástico se
cuela en nuestro mundo por algún intersticio de la realidad. Y tampoco me
tranquiliza saber que mi doppelgänger
se llama Paco, es de Murcia y parece una persona completamente normal. Pero lo
que más me perturba de todo es que se halle en Benidorm.
Mi amiga
me pidió varias veces que la acompañara y me negué con vagas excusas. Pero lo
cierto es que detesto Benidorm, esa especie de Hong Kong de la chancla y el
chiringuito que para mí es la antítesis de un lugar de vacaciones. En fin, que
ella se marchó sin mí, y resulta que lo primero que encontró al llegar fue a un
tipo que era mi vivo retrato, mi calco, mi doppelgänger.
Aquí hay sin duda gato encerrado.
Tal vez
hayan leído ese prodigioso libro de Italo Calvino titulado Las ciudades invisibles. En sus páginas se describe una serie de
ciudades imaginarias que Marco Polo visita por encargo del Kublai Khan. Moriana
es una ciudad de dos dimensiones, Laudomia está habitada por muertos, Ottavia
es una ciudad-telaraña suspendida sobre un precipicio entre dos montañas
abruptas. Pues bien, ¿y si Benidorm no fuera sino una más de esas ciudades
fantásticas, la ciudad donde todos tenemos un doble?
Hace unos
días leí en las páginas de este diario que la mayoría de los albaceteños han
elegido Benidorm como destino de sus vacaciones. La historia de mi doble le da
una nueva perspectiva a esta noticia. Parece que aquel emporio del hormigón es
mucho más que una ciudad. ¿Y si Benidorm fuera un prodigioso artefacto capaz de
generar reflejos de cualquier ser humano? ¿Y si en realidad esos muchos miles
de turistas que pasean por sus calles no fueran más que réplicas de albaceteños
reales, de alemanes reales, de ingleses reales? Este descubrimiento le otorga a
Benidorm un valor añadido que me da pie a una idea novedosa: ¿Por qué no
proponerles un canje a los británicos? Benidorm a cambio de Gibraltar, otra de esas
ciudades invisibles de la que tal vez hablemos en el futuro.
Publicado en La Tribuna de Albacete el 24/8/2013
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