La Ley de Murphy

La Ley de Murphy
Eloy M. Cebrián

sábado, 7 de octubre de 2017

"Dura lex"


Me considero un ciudadano respetuoso de la ley, como la gran mayoría. Supongo que en ello habrá cierto componente cívico, pero estoy convencido de que el motivo principal para obedecer las leyes es el miedo. Si piso el acelerador, enseguida me imagino a un guardia civil extendiendo una multa. Cada año, cuando presento mi declaración de la renta, me tiembla la mano al pulsar el botón de «enviar», porque me imagino a un inspector de Hacienda agazapado en el otro extremo, dispuesto a caer sobre mí con todo el peso de la ley. Porque la ley pesa una barbaridad. Tanto que a veces puede aplastarte. El domingo pasado, a muchos catalanes los aplastó la ley. Dura lex, sed lex, decían los romanos. Pero de eso hace muchos siglos. Hoy en día, a casi nadie le gusta ver a los pretorianos cargar contra la plebe. Uno quiere pensar que la ley emana del pueblo, de la voluntad de la mayoría. La legislación existe porque necesitamos normas para poder vivir en paz, con orden, con cierta tranquilidad. Y lo que vimos el domingo pasado fue cualquier cosa menos orden y tranquilidad. La ley no puede convertirse en una apisonadora. No puede usarse para aplastar a la gente que desea expresar su voluntad. Que yo sepa, ni Puigdemont ni Junqueras ni el resto de la pandilla recibieron los golpes de los antidisturbios. Estaban a resguardo, regocijándose con lo bien que les había salido la jugada. Mientras tanto, en Madrid, los señores que nos gobiernan debían de sentirse muy ufanos por lo contundente de su respuesta al «desafío independentista». En cuanto a los demás, creo que nos debatimos entre la indignación y la vergüenza. Y el miedo, por supuesto. Desde el domingo pasado hay más separatistas que nunca. Gracias, señor Rajoy, por este miedo y esta vergüenza. Usted nunca defrauda.  

Publicado en La Tribuna de Albacete el 6/10/2017

No hay comentarios: