La Ley de Murphy

La Ley de Murphy
Eloy M. Cebrián

domingo, 15 de febrero de 2015

Jobs


Me gusta perderme por internet. Me proporciona una cierta calma el ir pinchado enlaces sin propósito, o con el único propósito de vaciar la mente como si estuviera repitiendo un mantra. La web de vídeos YouTube es muy adecuada para esto, aunque a veces uno no puede evitar fijar la atención en uno de los clips donde ha caído por azar. Así me ocurrió hace unos días con un vídeo datado en 2005 en el que el Steve Jobs, fundador de Apple Computers y Pixar, pronunciaba un discurso ante los alumnos de la universidad de Stanford. Había algo de autobombo y de cháchara de hombre hecho a sí mismo También un par de lugares comunes que sonaban más bien a cursillo de autoayuda. Pero hacia el final Jobs realizaba algunas afirmaciones que, no por poco novedosas, resultan menos ciertas. Les recordaba a aquellos jóvenes hambrientos de éxito y de dinero que la única certeza que los humanos compartimos es la de la muerte, y que ante esa idea palidecen la ambición, el orgullo y el miedo al fracaso. Les decía que la muerte es el mejor invento de la vida, el único mecanismo infalible a la hora de liquidar lo viejo y sustituirlo por lo nuevo. «Hoy vosotros sois lo nuevo, pero llegará un día no muy lejano en que os convertiréis en lo viejo y seréis reemplazados». Nacemos desnudos y, por muchos bienes materiales que seamos capaces de acumular, la muerte nos despoja de todo. Tal vez el auténtico valor de la existencia resida en su carácter efímero, lo que debería ser la clave para distinguir lo esencial de lo accesorio. Todavía no estoy muy seguro de cuáles son las cosas realmente importantes. Sin embargo, al cabo de los años, creo que empiezo a vislumbrar una respuesta.

Publicado en La Tribuna de Albacete el 13/2/2015


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