La Ley de Murphy

La Ley de Murphy
Eloy M. Cebrián

viernes, 20 de diciembre de 2019

Tópicos



Siempre me he declarado enemigo de los tópicos, esas opiniones prefabricadas que solo sirven para abrir la bocaza cuando lo más sensato sería callarse. Hay uno, en concreto, que me irrita de forma especial, el que se refiere a la edad como un obstáculo insalvable para aprender cosas nuevas. Dejando aparte el atletismo y el Kamasutra, opino que la experiencia es una gran aliada, pues convierte nuestro cerebro en una útil caja de herramientas de la que siempre podemos echar mano a la hora de afrontar nuevos retos. Eso era lo que pensaba hasta hace poco, cuando descubrí que, en efecto, soy demasiado viejo para ciertas cosas, como por ejemplo para usar un teléfono inteligente. La primera en la frente me la llevé cuando intenté hacer una «lista de distribución» de whatsapp y lo que hice fue crear uno de esos odiados grupos, del además me borré inmediatamente, un acto de cobardía que muchos amigos todavía me afean (si bien es cierto que algunos, los mejor intencionados, se quedaron algunos días, supongo que esperando mi regreso para brindarles alguna explicación). No contento con aquella hazaña, hoy mismo he reincidido en mi nulidad para las nuevas tecnologías con una trastada todavía peor. La cuestión es que mi madre se ha mudado a otra ciudad y olvidó en su casa los teléfonos de los parientes y las amistades, por lo que tuve que pasar por el domicilio paterno para fotografiar las cuartillas en las que mi padre, hombre de la vieja escuela, apuntaba sus contactos. No sé cómo me las he arreglado, pero hoy he publicado todos esos números en Facebook, con gran desconcierto general y cierto cachondeo sobre el pañito de ganchillo que se veía de fondo. Pero lo más sorprende es que incluso he recibido «likes», lo que me confirma que en las redes sociales abunda más la buena voluntad que el buen criterio.
Publicado en La Tribuna de Albacete el 20/9/2019

No hay comentarios: