La Ley de Murphy

La Ley de Murphy
Eloy M. Cebrián

domingo, 15 de diciembre de 2019

Centrados



Al PP le han salido hijos bastardos a diestro y siniestro y, ante el imparable proceso de crecimiento de los enanos, ha decidido centrarse. De la fachada de Génova ha desaparecido el cartelón con la foto de Pablo Casado, ese aspirante a convertirse en un nuevo Aznar, porque el viejo cada vez está más ceñudo y desquiciado, y con él no hay bozales que valgan. Sin embargo, a diferencia de Aznar, Casado es un político recién sacado del estuche, de estos que afirman “haber entendido el mensaje de los votantes”, lo que se puede leer como el viejo chiste de Groucho Marx: “Estos son mis principios. Si no le gustan, tengo otros”. Creo que por mucho que se centre, le va a resultar difícil quitarse de encima el tufo a derechona que se le ha quedado pegado al traje después de la última campaña. Eso se lo tiene que agradecer a los recalcitrantes señores de Vox, que de la noche a la mañana se han convertido en los reyes de la caverna. Casado ha intentado recolectar el voto más rancio y casposo y le ha salido el tiro por la culata. Y encima se ha topado de bruces con Rivera, que viene a ser su clon, pero que todavía puede permitirse dárselas de adalid contra la corrupción y, al menos de lejos, da la impresión de ser algo menos veleidoso y embustero. Con todo y con eso, Pablo Casado parece dispuesto a reconquistar al votante moderado, aquel que se proclama “de centro”, por lo que no ha vacilado en sacrificar su efigie de la fachada de Ferraz y sustituirla por el eslogan “Hay partido”. Quizás lo que Casado debería entender que el espacio político del centro no existe, que se trata de un reclamo para aquellos que no quieren significarse o no tienen muy claros sus ideales y sus intereses.
 Publicado en La Tribuna de Albacete el 17/5/2019

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