La Ley de Murphy

La Ley de Murphy
Eloy M. Cebrián

domingo, 22 de diciembre de 2019

El cuervo



La semana pasada, por aquello de Halloween, un antiguo alumno afirmaba en una red social que la festividad le resultaba «en parte desagradable», amén de ajena a nuestras tradiciones. También culpaba de la implantación de este festejo foráneo a los profesores de inglés y, puesto que soy uno de los acusados, no pude evitar entrar al trapo. Le repliqué que jamás he organizado ni participado en concurso alguno de disfraces terroríficos, dulces o calabazas. Todo esto lo hice constar al pie del mensaje de mi exalumno, junto con el ruego de que no generalizara al verter sus acusaciones. Sin embargo, a renglón seguido, él me respondió que me fallaba la memoria, porque en una ocasión (hará más de quince años de esto) se me ocurrió pedirles a él y sus compañeros que aprendieran las primeras estrofas del poema El cuervo, de Edgar Allan Poe, y fue precisamente con ocasión de Halloween. Sé por experiencia que con los antiguos alumnos conviene no discutir, pues suelen tener muy buena memoria, en especial para esas cosas que los profesores preferimos olvidar. No era el caso. Me enorgullece recordar que en otros tiempos empleé poemas de autores ingleses y norteamericanos para impartir mi asignatura. Es más, hubo una época en que usaba casi a diario los sketches de los Monty Python en mis clases de inglés. Para mí, la poesía y los Monty Python eran como una piedra de toque. Cualquier alumno que se conmoviera recitando a Poe o se carcajeara viendo el sketch del loro muerto era muy digno de tener en cuenta. Hoy no me atrevería a hacer esos alardes. Me conformo con proyectar algún largometraje de Pixar y comentar con ellos lo emocionante que es la escena final de Toy Story 3, con todos los juguetes cogidos de la mano porque piensan que están a punto de morir. Son, en fin, otros tiempos. Aunque dudo que mejores.
Publicado en La Tribuna de Albacete el 8/11/2019

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