La Ley de Murphy

La Ley de Murphy
Eloy M. Cebrián

jueves, 26 de diciembre de 2019

Chinches



Mis alumnos han vuelto de su viaje de estudios con unas bonitas fotos de Italia. La más curiosa muestra una sábana del hotel de Roma donde pernoctaron. Al ampliar la imagen, se distingue un bichito marrón que ellos afirman que es una chinche. Les he preguntado cómo lo supieron y me han dicho que Google les ayudó a catalogar el ejemplar. Pero la mente de los jóvenes es inquisitiva por naturaleza y, lejos de conformarse con la evidencia gráfica, decidieron realizar un experimento del que cualquier profesor de Biología se habría sentido orgulloso. Para ello buscaron un individuo especialmente orondo (no les fue difícil localizarlo) y procedieron a aplastarlo sobre una hoja de papel. El resultado fue un charquito de sangre roja, inequívocamente humana, lo que les confirmó que se hallaban ante un ejemplar de Cimex lecturalius, es decir, de una chinche. ¿No les parece inquietante? Supongo que todos hemos encontrado alguna cucaracha en un bar, en un restaurante o incluso en una habitación de hotel. Pero damos por hecho que aquellos diminutos vampiros que hasta hace unas décadas atormentaban a los durmientes eran una especie extinta. Sin embargo, parece que el ajetreo de viajeros que caracteriza los tiempos modernos las ha vuelto a traer con nosotros, hasta el punto de que se han convertido en la pesadilla de los empresarios de hostelería de media Europa. Y uno no puede evitar pensar que los ejemplares actuales deben de ser mucho más lozanos y saludables que aquellos que les amargaban la vida a nuestros abuelos, puesto que medran a base de turistas jóvenes y bien alimentados. Puede que hasta Greta Thunberg haya sufrido alguna picadura de chinche durante sus viajes. Espero que la joven activista haya sido coherente y no se haya liado a zapatillazos con esos bichitos que, al fin y al cabo, no dejan de formar su propio ecosistema.   
Publicado en La Tribuna de Albacete el 13/12/2019

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