La Ley de Murphy

La Ley de Murphy
Eloy M. Cebrián

domingo, 30 de diciembre de 2018

We Will Rock You


Esta semana he visto por fin “Bohemian Rhapsody”, la película sobre la vida de Freddie Mercury y (en segundo plano) la historia de Queen, la banda de la que fue cantante solista. Recalco el “por fin” porque me moría de ganas por hincarle el diente a este “biopic” desde que aparecieron los primeros trailers. Y no me he sentido decepcionado. Es cierto que es un producto para fans, y que comparte mucho del cine de superhéroes del que su director, Bryan Singer, se ha convertido en especialista. Más que a una persona de carne y hueso, el Freddie Mercury de la película nos recuerda a Superman o a Lobezno, un individuo con poderes sobrehumanos y, a la vez, una atormentada vida interior. Tan atormentada, de hecho, que incluso en eso se distingue del común de los mortales y se eleva sobre ellos. Pero cuando uno va al cine no espera que le proyecten un documental, sino una historia que le emocione y le haga vibrar, lo que solo es posible gracias a la ficción. Y “Bohemian Rhapsody” logra ese objetivo tan difícil de emocionarnos en varios momentos, sobre todo al final, cuando las peripecias del artista ceden protagonismo a la música, y la magia del cine nos encarama al escenario del antiguo Wembley donde Queen actuó en 1985, después de Dire Straits y antes de David Bowie. En ese glorioso momento de la cinta no pude reprimir una lagrimita, no solo por la música, sino porque me vino a la memoria cierto muchacho de 17 años que todas las tardes, al salir del instituto, se reunía con sus amigos para escuchar discos de Queen, de Pink Floyd y de Led Zeppelin. No sé qué habrá sido de él.

Publicado en La Tribuna de Albacete el 9/11/2018

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