La Ley de Murphy

La Ley de Murphy
Eloy M. Cebrián

domingo, 30 de diciembre de 2018

Animales muertos


Esa caja de sorpresas que es la prensa digital de Albacete no se limita a informarnos sobre la tasa de alcoholemia de los conductores pillados in fraganti, o a intrigarnos con titulares al estilo de Miguel Gila, del tipo «alguien ha matado a alguien». A veces también nos sorprende con noticias de hondo contenido humano y social, incluso con alertas sanitarias. Esta semana hemos sabido que en el balcón de un piso de cierta calle céntrica, propiedad de unos ciudadanos de origen chino, tenían colgados un buen número de «animales muertos». La noticia se ilustraba con una foto del balcón en la que, en efecto, se distinguían unos veinte o treinta pequeños cadáveres que colgaban melancólicamente de la barandilla. No parecían perros, gatos ni roedores, sino más bien aves, quizás pollos o patos. Las sutilezas de la cocina asiática se me escapan, pero la china, en concreto, es famosa por la variedad y exotismo de los productos que emplea en sus recetas, desde babas de golondrina a intestinos de pato, aunque por estas latitudes, donde las vísceras más nauseabundas gozan de tanto predicamento, eso no debería sorprendernos. El problema con estos ciudadanos chinos no es que las aves estuvieran muertas (no conozco ninguna receta en la que se cocinen vivas). Tampoco su exhibición pública (¿acaso cualquier aficionado a la caza no está habituado a escenas mucho peores?). Lo preocupante es que el escenario del cruento despliegue fuera un balcón en medio de la ciudad  y el hecho de que la familia regente un restaurante (atención: NO se trata del que está en la misma calle), por lo que caben ciertas dudas de si el destino de la modesta masacre no sería la cocina del establecimiento. Yo frecuentaba los restaurantes chinos. Ahora estoy considerando la posibilidad de hacerme vegetariano.

Publicado en La Tribuna de Albacete el 16/11/2018

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