No
hay biografía tan curiosa como la del aristócrata inglés Lord Thomas Theodor
Merrilyn (1782-?). Fascinado desde la infancia por las ciencias ocultas y los
seres sobrenaturales, Merrilyn dedica su vida a recorrer el mundo en busca de
especímenes desconocidos por la ciencia. Su pista se pierde cuando el
coleccionista había cumplido los ochenta años, aunque las fotografías de la
época lo muestran como un hombre en torno a los cuarenta. Tras décadas de
silencio, reaparece en 1942, con más 170 años de edad y el mismo aspecto. En su
último acto público, dona su mansión de Londres a una organización de
beneficencia para que se instale en ella un hogar para huérfanos de guerra. Su
pista se esfuma a partir de ese momento. Pero su nombre vuelve a la palestra en
2006, cuando el gran caserón está a punto de ser demolido. En el sótano, tras
una puerta tapiada, aparece una cantidad enorme de cofres y cajas que contienen
la famosa colección criptozoológica. Una vez estudiados y clasificados, los más
de 5.000 ejemplares comienzan a exhibirse en el Merrilyn Cryptid Museum, en la
ciudad de Londres. Allí puede contemplarse desde el esqueleto de un dragón a un
ejemplar de licántropo disecado, pasando por hadas, vampiros, sirenas, duendes
y demonios, todos ellos en sus urnas y con las correspondientes explicaciones
para que el visitante sacie su curiosidad. Con todo, resulta difícil planificar
una visita al museo, pues su página web no ofrece la menor información sobre su
paradero, aunque sí abundante documentación gráfica sobre la truculenta
colección. Es más, si uno se molesta en investigar un poco más, pronto descubre
que Merrilyn jamás existió, y que sus especímenes son únicamente el fruto de la
imaginación de un artista. Qué pena.
Publicado en La Tribuna de Albacete el 22/12/2017
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