No sé si han oído hablar de un nuevo portal de
internet en el que se puede adquirir lencería íntima femenina. Esto no tendría
nada de particular si no fuese porque los clientes son hombres, y las prendas en
venta están usadas y sin lavar. En cada caso se publica una foto del artículo
en cuestión (bragas, tangas, sostenes, culottes,
etc) en la que su propietaria demuestra que la ha llevado puesta. Las
descripciones pretenden también azuzar la libido del posible cliente con denominaciones
tan escasamente sugerentes (al menos para el que suscribe) como «braguita
olorosa» y «tanga húmeda y calentita». Las vendedoras, a su vez, se identifican
como «Sweet Fluid», «Conejita» y otros
apodos de connotaciones similares. Hay incluso una sección de vendedoras VIP en
la que podemos encontrar a una antigua starlette
porno y a cierta joven escritora con ganas de llamar la atención a toda costa.
La duda es si este portal genera beneficios, aunque tiendo a pensar que así es,
porque no escasean los fetichistas y los cerdos siempre fueron legión. Otra
duda que me surge es cómo pueden garantizar al morboso cliente (sin pruebas de
ADN de por medio) que las prendas las han usado las mismas mujeres que aparecen
en las fotografías, o si se trata simplemente de bragas de mercadillo arrugadas
y mancilladas con algún tipo de sustancia orgánica (restos de merluza o
bacalao, por ejemplo). La última pregunta es si tendría éxito un portal
similar, aunque dedicado al público femenino, en el que los vendedores fuesen
varones. Vendetusgayumbos.com es el
nombre que se me ocurre como más directo a la par que gráfico. Con todo,
¿alguien puede imaginar a una mujer en su sano juicio olfateando los
calzoncillos de un fulano para ponerse a tono?
Publicado en La Tribuna de Albacete el 26/2/2016
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