Leonardo DiCaprio se compra una escopeta y se va al
bosque a cazar osos. Cuando lleva un buen rato deambulando entre los árboles
con el arma en ristre, nota unos golpecitos en el hombro. Al darse la vuelta se
encuentra con un enorme oso grizzly que lo mira con ojos tiernos, y a
continuación lo viola salvajemente (recordemos que se trata de un oso). Dolido
física y moralmente, Leonardo se compra un fusil de asalto AK-47 y vuelve al
bosque para tomar venganza. Durante horas busca al oso en vano, hasta que de
repente le dan unos golpecitos en el hombro y, al girarse, se da de bruces con
el oso, que lo empotra violentamente contra un pino y consuma de nuevo el
ignominioso acto. Furioso y humillado, Leonardo DiCaprio contacta con un
traficante de armas que le suministra un bazuka anticarro con el que se adentra
de nuevo en la espesura en busca del oso. Pero el plantígrado no solamente
vuelve a sorprenderlo y abusar de él, sino que llama a un amigo para que se ponga
también las botas a costa del pobre Leonardo. Al oscarizado actor ya no le
interesan los galardones ni los guiones escritos especialmente para él ni las
llamadas de Scorsese. Lo único que quiere es hacer pedazos ese condenado oso
que se sirve de él como un juguete erótico. Así pues, contacta de nuevo con el
traficante y esta vez le compra un cañón antiaéreo de 40 mm. Empujando como
puede el pesado armatoste, se interna una vez más en el bosque. De pronto (cómo
no) nota unos golpecitos en el hombro. «¡Hombre, Leonardo! —le dice el oso muy
risueño—. ¡Tú por aquí!» DiCaprio se ha quedado mudo por la sorpresa, y
entonces el oso añade: «Por cierto, me parece que tú no vienes al bosque para
cazar».
Publicado en La Tribuna de Albacete el 4/3/2016
No hay comentarios:
Publicar un comentario