La Ley de Murphy

La Ley de Murphy
Eloy M. Cebrián

sábado, 6 de septiembre de 2014

Pesadillas


Estos últimos y feroces coletazos del verano nos enfrentan a alguna que otra alternativa indeseada. Podemos cerrar la ventana y ahogarnos de calor o bien dejarla abierta y descubrir que el ruido no permite conciliar el sueño. Y no parece haber escapatoria, salvo dejar encendido el aire acondicionado, lo que se nos asegura que es insalubre y nocivo para el medio ambiente. Resulta desalentador comprobar lo ruidosa que es nuestra ciudad por la noche (y me refiero a toda la noche, incluyendo las horas de la madrugada). Están las terrazas de verano, los noctámbulos que beben y viven en la calle y los parranderos que deambulan entre gritos y cánticos. Esta es la auténtica canción del verano, la que atruena durante toda la noche en el corazón mismo de nuestra ciudad. ¿Pero qué me dicen del estruendo que provocan los camiones de la basura y otros servicios de recogida de residuos? Bajo mi ventana, en una calle céntrica, hay varios contenedores de reciclaje que reciben las visitas periódicas de los correspondientes camiones, visitas que nunca se producen antes de la una de la mañana (con frecuencia en torno a las dos). Durante sus buenos diez minutos, el fragor es monstruoso: motores pesados, mecanismos hidráulicos, cientos de botellas entrechocando… Noche tras noche uno despierta como de una pesadilla, pero solo para encontrarse con la pesadilla peor de que vivimos en una ciudad donde no se respeta el descanso de los vecinos. Nuestra ayuntamiento, muy eficaz y didáctico él, ha montado una campaña en la que les recuerda educadamente a los juerguistas que hay gente durmiendo, pero parece olvidarse de la molestia intolerable que provocan los propios servicios municipales. Menos mal que ahora viene la Feria, con sus diez días de ruido y de furia, de suciedad y de incordios sin fin, y ya todo nos va a dar lo mismo.

Publicado en La Tribuna de Albacete el 5/9/2014

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