La Ley de Murphy

La Ley de Murphy
Eloy M. Cebrián

sábado, 3 de enero de 2015

Las uvas del olvido


Escribo estas líneas con la musiquilla del concierto de Año Nuevo de fondo, mientras me pregunto si mi hijo duerme en su habitación o si todavía deambula por esas calles. Ya ha pasado tiempo desde mi última juerga de Nochevieja, pero no deja de parecerme una novedad esto de saludar el nuevo año sin resaca, sin una pizca de malestar. Resulta extraño ingresar en un nuevo ciclo sin la menor evidencia (ya sea física o mental) de haber traspuesto algún tipo de umbral. Para muchos conciudadanos  dicho umbral consiste en sobrevivir a una juerga monumental, y luego contemplar el amanecer en estado de semiinconsciencia con una bolsa de churros en la mano. También yo practiqué ese rito en mis tiempos, pero temo que ni mi salud ni mis aburguesados comportamientos de cincuentón me lo permitieran ahora. Creo que deberían inventar algo para las personas en mi situación, y voy a brindarles a las farmacéuticas mi idea para un nuevo producto que he dado en denominar «las uvas del olvido». En apariencia se trataría de doce granos de uva de aspecto completamente inofensivo. Sin embargo, cada uno de ellos contendría una dosis de fármacos especialmente calculada para hacernos olvidar algún hecho bochornoso de los ocurridos durante el año que nos disponemos a dejar atrás. Con el primer grano nos olvidaríamos de Bárcenas, con el segundo de Urdangarín, con el tercero de Blesa, con el cuarto de Granados, con el quinto de las tarjetas de Caja Madrid, con el sexto de Pujol, con el séptimo del Pequeño Nicolás, y así sucesivamente. De este modo, al concluir la tradición brindaríamos por el nuevo año con auténtico entusiasmo, pensando que somos ciudadanos de un país normal gobernado por personas honestas, y no de esta cueva de Alí Babá en la que se nos ha convertido España. Lo que dudo es que las doce uvas fueran suficientes para tanto mangante.

Publicado en La Tribuna de Albacete el 2/1/2015

No hay comentarios: