Hace unos días me llevé un susto de órdago al leer
en internet un titular que provenía del diario La Verdad, en el que se
informaba que el ayuntamiento había ordenado que se retiraran los carteles del
espectáculo «The Hole» por su contenido ofensivo. «¡Ya está», pensé. «Hemos
vuelto a hacer el ridículo». Aún tardé unos segundos en recordar que La Verdad
de Albacete pasó a mejor vida. En efecto, una segunda lectura me aclaró que la
noticia se refería al ayuntamiento y la ciudad de Cartagena. Menudo alivio.
Personalmente, no tengo nada contra los carteles que
muestran a rubias platino ligeras de ropa, ni creo que toparse con uno de ellos
incite a conductas o pensamientos más promiscuos que los que uno lleve ya consigo
de fábrica. El moralismo de nuevo cuño siempre podría tildarlos de sexistas,
pero los productores de «The Hole» se han curado en salud distribuyendo, junto
a los carteles de la rubia, otros de un fulano semidesnudo que luce una
envidiable tableta de chocolate. Y uno no puede evitar sentirse reconfortado al
comprobar que su ciudad ha recibido este espectáculo (bastante divertido, por
cierto) con naturalidad y tolerancia, dejando que por una vez sean otros
quienes pequen de provincianos. Además, si nos escandalizáramos con este tipo
de anuncios, nos resultaría imposible deambular por algunas de las vías
principales de nuestra ciudad, por ejemplo la calle Mayor, donde pueden
admirarse varios escaparates de lencería realzados con fotos de señoritas en
paños menores. El único problema es el riesgo físico, y me refiero a la
posibilidad de chocar con otro viandante o contra una señal de tráfico. A
quienes se sientan ofendidos siempre les queda la opción de mirar hacia otro
lado, como yo suelo hacer cada vez que nos aqueja alguna campaña electoral.
Esos carteles sí que resultan ofensivos.
Publicado en La Tribuna de Albacete el 23/1/2015
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