Uno de los clásicos del humor que suele ofrecernos
nuestro ayuntamiento es la elección del cartel de la feria, ya sea porque es un
plagio, porque es un engendro, o por una combinación de ambas cosas. Este año ha
tocado el plagio, o semiplagio, o «cortaypega» creativo, como seguramente lo
concebirá el autor, un ciudarreleño que ha querido hacer fortuna a este lado de
la frontera provincial y le ha salido el tiro por la culata (nunca debiste
intentarlo, forastero). El cartel de marras era ya de por sí una birria. Pero
bastó con darlo a conocer a través de los medios para que se alzaran las voces
indignadas de los que están al quite de estas cosas. Resulta que la noria era
esa tan famosa de Londres, la fotografía de la Puerta de Hierro había sido utilizada
sin permiso de su autor y las figurillas humanas habían salido de alguna página
de internet. Tal fue el revuelo que el autor decidió que su honra valía más que
el premio y se apresuró a retirarlo. El resultado es que el alcalde y el
concejal del área, ambos con la sonrisa congelada por el bochorno, se han visto
obligados a presentar otro cartel que al parecer ya no está plagiado, pero que
puede competir en sosería con el de la discordia y aun superarlo con creces. Y
ahora hay quien se pregunta por qué el ayuntamiento se arriesga año tras año a
que le den gato por liebre, con el consiguiente esperpento, en lugar de
encargarle el cartel a un estudio de prestigio y a otra cosa. Yo pienso que es
preferible dejarlo estar, y que bien empleados están los 2.000 euros del premio
a cambio de unas risas y una sana conversación a la hora del café. ¡Y es que
son tan pocas las alegrías que nos da el ayuntamiento!
Publicado en La Tribuna de Albacete el 15/1/2016
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