La última entrega de El
planeta de los simios es una
película entretenida y a ratos hasta brillante, pero lo verdaderamente
llamativo es que los personajes generados por ordenador (es decir, los monos)
son mucho más convincentes y carismáticos que los actores reales. De hecho, la cinta
declina de forma notable cuando los humanos entran en escena. Me gustaría
realizar una proyección de esto trasladando el efecto «simio» a la política
autonómica. El pasado 20 de julio, Cospedal consumó su anunciada reducción de
diputados en el parlamento regional, de 53 a 33, lo que ella explica como una
medida de austeridad y la oposición como un pucherazo electoral encubierto que
dejará sin representación parlamentaria a los partidos de izquierda a excepción
del PSOE (es decir, a los partidos de la izquierda). Yo opino que la realidad
ha convertido el parlamentarismo en una reliquia del siglo XIX, y que en esta
democracia de partidos todo este debate carece de importancia. Puestos a
ahorrar, lo mejor sería reducir el número de parlamentarios regionales a uno o
ninguno y gobernar la región como una república bananera, que a efectos
prácticos es lo que se ha hecho hasta el momento. A fin de cuentas, no creo que
muchos ciudadanos se sientan representados por esos diputados-títere que
calientan el escaño en las soñolientas sesiones del parlamento toledano y
aprietan en botón que les dicen. Y puestos a guardar el decoro y a mantener la
ilusión, la tecnología digital nos permite generar tantos parlamentarios
virtuales como se necesiten hasta completar el aforo de la cámara. Podríamos
tener monigotes de Disney, alienígenas como los de Avatar
o, mejor todavía, monos
similares a los de la película que mencioné al principio. La diferencia no sería
grande en el plano legislativo, pero todo resultaría mucho más interesante que
hasta ahora. Excuso decir qué personaje digital se me ocurre para encarnar a la
presidenta de la región.
Publicado en La Tribuna de Albacete el 1/8/2014
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