En China se ha aprobado una ley por la que se
prohíbe comer plátanos ante una cámara, lo cual forma parte de la amplia
legislación china que proscribe la exhibición pública de actos violentos o de
contenido sexual. En cuanto a la violencia, cabe suponer que el gobierno chino
pretende apropiarse de dicho recurso en exclusiva, ya que las ejecuciones en
este país pulverizan las cifras de cualquier otro estado. Lo de los plátanos es
más sutil y sujeto a interpretaciones. Por lo que llevamos visto en internet,
los orientales tienen un concepto de la sexualidad distinto del que impera en
occidente. La pornografía japonesa, por ejemplo, parece ideada para personas
con serias taras mentales. En horario nocturno abundan los
concursos en los que se obliga a los participantes a cometer incesto delante de
las cámaras. Con todo y con ello, sobre la cultura japonesa pesa un fuerte tabú
referido a la exhibición de vello púbico y órganos sexuales, por lo que todos
esos actos aberrantes se muestran con las partes prohibidas cuidadosamente
pixeladas. Lo de los chinos, por proximidad y afinidad cultural, podría ser
algo parecido. Quizás en China la visión de un plátano en contacto con unos
labios los ponga a todos como motos, y un ciudadano nervioso e hiperestimulado
resulta siempre más difícil de controlar y reprimir. La duda que nos asalta es
si lo mismo les ocurre a la vista de hortalizas de forma alargada, como el
pepino, el calabacín y la zanahoria. ¿Qué ocurriría si una muchacha se paseara
por la plaza de Tiananmén saboreando un pepino bien gordo? ¿Sería ese el
comienzo de una nueva revuelta como la del año 89? ¿Pasaría este hecho a la
historia como «la Revuelta Pepino»? ¿Aparecería el histórico pepino pixelado en
los reportajes de la CNN? Quién sabe.
Publicado en La Tribuna de Albacete el 13/5/2016
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