El filósofo Diógenes recorría el ágora portando un
farol en pleno día. Según él, estaba buscando a un hombre honrado. En este país
Diógenes necesitaría un reflector de los que se usan en la iluminación de los
estadios. Pensemos si no en los muchos vuelos a Canarias que todos hemos
sufragado para satisfacer la libido desaforada de Monago. Y ya puestos a evocar
otros niveles de asco y de vergüenza, recordemos a los Granados, a los
Bárcenas, a los Matas y al resto de esa fauna sin escrúpulos que ha convertido
el escenario político español en un estercolero. Pablo Iglesias fue tajante en
su reciente entrevista con Jordi Évole: «los padres de Podemos son el PP y el PSOE», una confesión que para mí constituye
todo un alarde de honradez, pues no deja muy bien parados a las caras visibles
de este movimiento que parece dispuesto a arrasar toda la podredumbre como un
fuego purificador caído del cielo. Del mismo modo que los terroristas del 11-M
fueron los artífices de la victoria electoral de Zapatero, los abusos de los
políticos se han convertido en la fuerza vital de ese atractivo monstruo de
Frankenstein que es Podemos. Y subrayo
lo de «atractivo» porque a mí no dejan de seducirme la idea y sus posibilidades.
La política de este país reclama savia nueva. Demasiados lobos alimentados
desde cachorros en el muelle seno de los partidos. Demasiados golfos faltos de
oficio y sobrados de beneficio. Pero qué gran pena sería que el sitio de los
golfos y los oportunistas lo ocupasen otros de la misma calaña. La desilusión y
el ansia de revancha son sentimientos muy humanos, pero mejor pensárselo dos
veces antes de votar por impulsos irracionales. Estoy convencido de que hay
gente honrada y capaz haciendo política. Si le pedimos prestado su farol a
Diógenes, seguro que los acabaremos encontrando.
Publicado en La Tribuna de Albacete el 14/11/2014
No hay comentarios:
Publicar un comentario