La Ley de Murphy

La Ley de Murphy
Eloy M. Cebrián

domingo, 13 de julio de 2014

La realidad


Estoy de vacaciones y a punto de marcharme al pueblo. Esto, que para otros sería un motivo de júbilo, a mí me inquieta, porque tengo la sensación de que la realidad no estará aquí cuando regrese. Las señales de alarma se acumulan. Primero fueron los resultados de las elecciones europeas. ¿Qué democracia es esta en la que un mindundi con coleta se puede convertir en un político influyente de la noche a la mañana? Así a las bravas, sin todo el aparato de un partido detrás, sin más aval que el que dan las urnas. Luego vino lo de la abdicación de Juan Carlos. Todo un rey saliendo por la puerta de atrás, y no uno cualquiera, sino un rey al que poco le faltó para ser canonizado. Transcurre apenas una semana y asistimos a una extraña ceremonia de coronación por las calles fantasmales de un Madrid vacío. Y ahora tenemos dos reyes y dos reinas: el emérito y aforado a toda prisa, el que tiene pinta de querer estar en cualquier otro sitio, la que dicen que se quiere divorciar y la periodista televisiva entronizada. No puedo ni imaginarme el partido que le habría sacado la prensa sensacionalista británica a semejante panorama. Por no mencionar a la infanta imputada y al duque empalmado, y a los fiscales que entienden su trabajo al revés. En fin, que muchas cosas que dábamos por sentadas, como el bipartidismo y la institución monárquica, parecen a punto de desintegrarse, y tengo miedo de que el efecto dominó arrastre a todo lo demás. Quizás cuando regrese del pueblo, después de mis vacaciones, España ya no sea España, sino un país de opereta salido de una película de los Hermanos Marx, un país de políticos con coleta y reinas televisivas. Mi única esperanza es Froilán. Ese sí que es un Borbón de pura cepa: Grande de España pero incapaz de aprobar segundo de la ESO.

Publicado en La Tribuna de Albacete el 11/7/2014

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