Al final ha resultado todo un
bulo urdido por algún graciosete de internet, pero la mayoría nos lo hemos
tragado sin problemas. Según se nos ha contado, la televisión de Corea del
Norte le ha endosado a la población que su selección se había clasificado para
el mundial de fútbol, que había derrotado por goleada a EE UU, China y Japón y
que iba a jugar la final contra Portugal. El desenlace de todo esto provoca
algo de sofoco. No solo nos hemos tragado sin rechistar una noticia falsa,
sino que nos hemos dejado manipular por los medios de comunicación como pobres
norcoreanos, es decir, como pobres idiotas. Con todo, una vez superado el
sentimiento de ridículo, quizás la idea no sea tan mala. ¿Recuerdan un verano
con un comienzo más catastrófico que este? ¿Han percibido alguna vez un
sentimiento de desdicha, desengaño y rencor parecido al que hemos vivido por
culpa del calamitoso papel de nuestra selección? Por no mencionar el perjuicio
para la hostelería, los miles de litros de cerveza, de tapas y de gin-tonics
que han dejado de venderse, el número de televisores gigantescos comprados para
nada, las expectativas de todo un sector estratégico al garete. ¿No habría sido
preferible dejarnos engañar y ser felices en nuestra ignorancia, igual que supuestamente
les ocurría a los norcoreanos? Incluso se me ocurre que podría existir una
cadena de televisión dedicada exclusivamente a contarles cuentos de hadas a
aquellos que no quieren amargarse la vida con la dura realidad: que la crisis
remonta, que el paro mejora y que este país se recupera gracias a las rigurosas
pero necesarias decisiones del gobierno. Decididamente creo que necesitamos un
canal como ese. Aunque, ahora que me caigo, ya lo tenemos. Se llama Radiotelevisión
Española.
Publicado en La Tribuna de Albacete el 18/7/2014
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