El fin de curso devuelve a los niños a sus casas y
enfrenta a los padres al fantasma de tener que convivir con sus hijos. Nuestra
vida moderna parece inventada para que los miembros de la familia no tengan que
soportarse mutuamente. Los colegios, las academias y las actividades
extraescolares liberan a los padres de las responsabilidades inherentes al acto
reproductivo. La educación de los más jóvenes se ha convertido en una tarea de
asalariados, en trabajo de mercenarios. ¿Existen vacaciones que provoquen más
críticas, más comentarios despectivos y más encono que las de los mercenarios
de la enseñanza? Aunque quedan algunos otros al pie del cañón, y me refiero a
los profesores de las academias y a los monitores de esto y de aquello. La idea
de que sean siempre otros quienes se encarguen de los niños resulta tentadora,
pero no está al alcance de todos los bolsillos. Tampoco parece factible
mantener a los críos exiliados durante todo el verano, ya sea en Irlanda, en
Connecticut o en el pueblo de los abuelos. Antes o después, papá y mamá van a
tener que hacerse a la idea de que sus hijos estarán en casa, y deben
prepararse para ese momento terrible. Tendrán que ir pensando en qué decirles.
Deberán plantearse qué actividades van a realizar con ellos. Puede incluso que
se vean obligados a tratar de arrebatarles el smartphone o la tablet. En el
colmo del horror, hasta cabe la posibilidad de que tengan que aplicarles algún
castigo. La educación, esa tarea que cada vez se practica menos en los hogares,
es a veces un trabajo sucio y penoso. Ahora, decidme, padres: ¿os consideráis
preparados? ¿Seréis capaces de sobrevivir sin esos mercenarios a los que tanto
criticáis?
Publicado en La Tribuna de Albacete el 26/6/2015
No hay comentarios:
Publicar un comentario